domingo, 8 de marzo de 2015

El tambor de hojalata, de Günter Grass

 Después de conocer a Grass con su El gato y el ratón, prometí retomar a este autor pero en castellano para juzgarlo mejor, porque su lectura en alemán me resultó casi imposible, e intuía que merecería la pena. Por consejo de un seguidor decidí leer El tambor de hojalata que es, quizá, su novela más conocida. Debo decir que hacía mucho, mucho tiempo, que no tenía tantas ganas de escribir una reseña, ni tanto miedo de no estar a la altura. No es que otros libros me parezcan malos, o que mis reseñas sean siempre buenas, si no que hay demasiado que contar... y demasiado que no comprendí del todo. En fin, haré lo que pueda. Espero, al menos, despertar vuestro interés por un escritor que yo misma conocí tarde, pero al que sin duda volveré a leer.


Günter Grass publicó El tambor de hojalata en el año 1959. Es el primer libro de su trilogía sobre Danzig (Gnadsk), que es la ciudad donde el autor nació. Mientras que en El gato y el ratón Danzig es un simple escenario (seguro que no tan simple, pero su papel en la historia no me pareció tan relevante), en el libro que nos ocupa la ciudad tiene papel casi protagonista. Para empezar, el autor siempre la llama Danzig, ciudad que ya no existe, puesto que tras la Segunda Guerra Mundial pasó a pertenecer a Polonia, cambiando su nombre alemán (durante los años previos a la guerra la mayoría de sus habitantes eran alemanes) por el de Gnadsk. Grass también nos habla de sus habitantes, obligados a abandonar la ciudad tras el final de la guerra, y nos imaginamos el sentimiento de nostalgia que lleva a Grass a escribir sobre Danzig, símbolo de su infancia, perdida en el tiempo para él como para todos pero también, en su caso, en el espacio, puesto que poco queda del Danzig que él conoció. Sin duda esta circunstancia ha marcado su vida y su estilo, abierto a toda forma de manifestación artística y valiente a la hora de dar su opinión.

Cartel de la película
Una vez que leí un poco sobre Danzig el interés por el libro se redobló ya que el escenario es, digamos, irreal, como también es, desde el principio, el relato en sí. El protagonista, Óscar Mazerath, nos cuenta su historia desde un manicomio: sus antepasados cachubas, su amor por el tambor y su decisión, a los tres años, de dejar de crecer. Según Grass, así conseguía un personaje que contara la historia desde la distancia que, en su caso, daba su baja estatura y la apariencia infantil. Pero lo que consigue también es que dudemos del relato entero, ya que Óscar, para que sus padres encuentren un por qué a su falta de crecimiento, decide tirarse de cabeza por las escaleras del sótano. Y nosotros nos preguntamos si realmente Óscar decidió dejar de crecer porque no le gustaba el mundo de los adultos que tenía alrededor o si se cayó por las escaleras y dejó de crecer por ello, e inventó esa explicación para hacer su vida más interesante... de forma que la ironía, la duda y la fantasía se mezclan con lo que creemos que es realidad sin tener nunca claras dónde están las fronteras.

En esta forma de redactar está la intención renovadora de la novela que Grass buscaba, reflejada también en los cambios de persona del relato (primera y tercera, aunque en los dos casos la voz es la de Óscar) o en la intervención de otros personajes que también toman la pluma. El acercamiento de Grass de esta manera a la historia de su país (al ascenso del partido nazi, al comienzo de la guerra, a su final) fue innovadora en su momento, donde muchos hablaban de la conciencia colectiva y del sentimiento de culpa, pero pocos lo hacían desde la ironía y el humor (ácido) y, pocos también, lo mezclaban con otros temas mucho más cotidianos.

Este libro es recomendable si os interesáis por las novelas más importantes del siglo XX (que no más bonitas), si os gusta la literatura alemana y si os interesa la temática de la Segunda Guerra Mundial. Os advierto de que no es fácil: por supuesto, mejor en castellano que en alemán, pero puede hacerse un poco larga, y está llena de metáforas y escenas raras que yo, por lo menos, no siempre entendí. Y os advierto también de que el estilo de Grass puede ser bastante „crudo“: a mí me costó leer varios capítulos y me arrepentí de no haberlo leído en alemán para haberlos entendido sólo a medias...

"Pues sí: soy huésped de un sanatorio". (O. M.)

Ratita de laboratorio 

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2 comentarios:

  1. ¡Hola! No he leído esta novela pero, hace unos años, vi la película y lo pasé fatal. Me pareció dura a más no poder y de una crudeza brutal. No estoy hecha para este tipo de cine ;) Besos.

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    1. Hola vecina! si a mí me costó leer algunas escenas, no me puedo ni imaginar lo que sería verlas en una película... te entiendo perfectamente.

      Yo sólo conozco de este autor, además de "El tambor...", "El gato y el ratón". El libro también es bastante duro, pero no hay escenas tan tan crudas... que yo recuerde. "El tambor..." fue su primer libro, y se nota que quiso contar muchas cosas de una manera muy particular... No sé, anímate con otros de sus libros a ver si hay más suerte.

      Gracias por visitarnos!

      Ratita de laboratorio

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