miércoles, 26 de agosto de 2015

Una casa de tierra, de Woody Guthrie

Considerado uno de los cantautores más importantes de Estados Unidos -Bob Dylan le adoraba-, hasta hace pocos años no se sabía que, además de muchísimas letras, también dejó una novela. En España, fue recuperada por Anagrama, con ilustraciones del autor y un resumen de su ajetreadísima vida. Suelo desconfiar de los presentadores que escriben, las actrices que también cantan, los cantantes que son poetas... Y me acerqué a este libro más por curiosidad que por la esperanza de encontrarme con una gran obra. Me equivoqué: me encantó desde el principio hasta el final y se lo recomendaría a cualquiera. Las letras de Woody Guthrie eran preciosas. Y fue capaz de crear un libro igual de bello.


Una casa de tierra habla de una vida y de un ambiente muy parecido al que Guthrie debió de conocer en su niñez y adolescencia. Narra una historia aparentemente sencilla: la de una pareja muy joven de granjeros en una zona muy dura de Texas, despoblada y casi estéril. Acaban de casarse y tienen que luchar a diario con un trabajo que les exige un enorme esfuerzo, unas tierras que les dan muy poco y una casa de madera destartalada. El tiempo de la novela es el de los años 30-40: los años de la Gran Depresión, que empujaron a unos a emigrar en busca de un futuro donde creían que lo encontrarían -Las uvas de la ira- y a otros a sobrevivir con lo poco que tenían. Guthrie no se recrea pero sí cuenta las penurias de la pareja, simbolizadas en esa casa de madera que cruje y no se deja limpiar; que no calienta en invierno y es insoportable en verano; que está a merced del viento y de las termitas.

Tike y Ella tienen para vivir poco más que la fuerza de sus manos y la esperanza en un futuro que les dé algunos metros para construir una casa de tierra que aguante un clima tan duro y, ésta sí, se parezca a un hogar. Pero en pocas páginas Guthrie nos enseña que poseen mucho más: el cantante que homenajeaba la forma de vivir de los suyos los cubre en esta novela de dignidad, de una vida que trasciende a los usureros y al clima hostil. La primera parte es una maravilla, es una lección de dónde se esconde la felicidad cuando todo nos empuja a no serlo. Ellos no tienen mucho pero sí se tienen a sí mismos. Y se hacen felices con su compañía mutua, discusiones y sufrimiento incluido; con su lucha conjunta y con sus cuerpos, cuando se encuentran.

Se nota que la pareja que nos muestra Guthrie no es una pareja concreta, ni una pareja más. Es su forma de decirnos qué era para él la vida; cuál era su verdad; dónde podía encontrarse; por qué valía la pena luchar. Lo contó en sus canciones y lo vierte aquí, en un relato sencillo pero potentísimo. Es una novela digna de su música y de sus letras. Un complemento perfecto para quienes ya le admiraban. Y un gran libro para todos los demás.


Ratita presumida

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